Para el niño con discapacidad, la integración temprana en un ámbito "normalizado" significa también una mejor inserción en la sociedad. Además, para el resto de compañeros, supone una manera de aprender valores relacionados con la diversidad y la tolerancia.
La necesidad de que todos los niños alcancen los mismos objetivos pedagógicos en el mismo período de tiempo hace que muchos pequeños se sientan fuera del sistema desde edades muy tempranas. Si bien no es malo para un niño con discapacidad formarse en una escuela especial, su integración social será más sencilla si puede adaptarse a un ámbito educativo normalizado desde sus primeros años de vida .
Cambiar esta situación significa realizar una completa reestructuración del sistema educativo y de los maestros, ya que deben introducirse, en el ámbito académico “normal”, nuevos métodos que permitan a todos los niños alcanzar las metas establecidas. Aunque, poco a poco, la integración se está convirtiendo en una realidad para muchos niños, aún queda mucho trabajo por hacer.
Aunque un pequeño presente una discapacidad, sigue siendo un niño como cualquier otro . La discapacidad no debería ser, por lo tanto, el eje de la problemática, sino que deberían evaluarse las capacidades que sí poseen estos niños y encontrar la manera de adaptar el método educativo a estas necesidades.
Parte de la tarea formadora de la escuela es preparar al niño para desarrollarse y desenvolverse en el mundo exterior. El mejor modo de lograr que el pequeño se integre en la sociedad de manera normal es brindándole la posibilidad de crecer y desarrollarse en este ámbito.
A continuación, os dejamos con la historia de “Súper Antonio”, un niño especial que acude a una escuela pública. Él mismo, junto a sus compañeros y maestras, nos explican el día a día en la escuela.
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